El despertar de mi amor por la comida

Para los que no saben cocinar.

Primero, quiero que sepas que yo no soy un chef, ni pretendo saber de comida. No he ido a la escuela de cocina y, durante mucho tiempo, una sopa instantánea al punto fue mi mejor receta (si es que no se me olvidaba en la estufa y terminaba quemándose todo). Así que, si piensas que te daré una lectura de alta cocina, descuida, no lo haré.

Lo que sí te diré es que, aunque nunca me interesó cocinar mucho, como a tantos otros mexicanos, siempre me ha gustado la comida. Cada jueves era de pozole, los tacos eran imprescindibles por la noche y los viernes o domingos íbamos a comer mariscos aún más frescos. Yo amo comer, siempre lo he amado, pero mi mayor relación con la comida era lavar los platos. Y aun cuando en mi familia hay generaciones de personas que no solo saben cocinar, sino que han tenido restaurantes, desde uno frente a la plaza de toros en México, hasta un carrito de tacos y un restaurante de carnes.

La comida siempre ha estado presente, pero no fue hasta que empaque mis maletas y corté el cordón umbilical con mi familia, que me di cuenta de que una sopa instantánea quemada no era suficiente para poder vivir, especialmente cuando mis ingresos eran como estudiante becada en un país extranjero. Así que un buen día, cansada de comer chatarra, fui a comprar pollo y verduras y decidí preparar algo.

Y esto fue más o menos lo que preparé:

En un sartén puse abundante aceite y añadí el pollo con sal y pimienta. Luego agregué las verduras, que se componían de tomate, cebolla y pimientos de diferentes colores, y todo lo fui revolviendo. El olor era increíble, era tan rico que me dije a mí misma: “¿Cómo es que no hice esto todo el tiempo? ¡Es superfácil!”

No solo yo pude percibir el increíble aroma que ese pollo con verduras transmitía, otros en los dormitorios contiguos me preguntaron sobre mi increíble platillo y si era comida típica de México. Con corazón tricolor, dije que sí, que era algo que preparábamos seguido (ya tú adivinarás de qué platillo hablo). Justo cuando noté que el pollo estaba un poquito tostado, apagué el sartén y lo puse en un plato, feliz de que podría comer algo sabroso y hecho por mí.

Puedo decirte, querido lector, que después de años de ver a mi abuela y madre cocinar y de miles de comidas familiares con increíble comida, lo que yo preparé ese día era una absoluta basura. El pollo estaba crudo por el centro, las verduras no estaban cocinadas todas de forma correcta y algunas estaban duras de masticar.

Así fue mi primer platillo que preparé al mudarme a China, un absoluto desastre. Creo que mis vecinos de cuarto no tuvieron el corazón de decirme por qué, y hasta este día nunca me dijeron nada. Y si le preguntas a mi madre, ella fue la primera en confirmar el gran desastre que yo era en la cocina.

Ahora me dirás, ¿Laura, pensé que esto era una carta de amor a la comida? Y sí, lo es (al menos intento que lo sea). Porque ese día mi platillo fue un desastre, pero fue ese primer intento fallido que despertó en mí algo diferente. Mi mente solo podía enfocarse en cortar, freír, preparar, servir, probar. Era como si nada existiera alrededor de mí. No me preocupaba que solo tenía 10 o 15 dólares para 3 días de comida, no me preocupaba que los exámenes que decidirían si continuaba con la beca se acercaban. Lo único que había era yo y el ritmo constante de preparar algo que antes no existía.

Mi mente no estaba en este mundo, estaba en uno nuevo, lleno de sabores, olores, fragancias y memorias de mi infancia, donde mi madre me servía la cena y charlábamos sobre el día, o de mi abuela dándome la lista de platillos disponibles en su refrigerador, que pensaba que era poco para alimentar a un visitante.

Fue en ese momento que supe la conexión entre la comida y nuestra historia, nuestras emociones, una conexión que me ha llevado a años de explorar el mundo y probar su comida.

Ha pasado mucho tiempo desde ese día, y hoy puedo decirte que entiendo las diferencias en el cocinado de la carne, el tipo de aceite que usar, los materiales, el tipo de cuchillo que usar, cómo servir y lo más importante, qué tipo de ingredientes usar. Hoy te comparto mi amor no solo por comer, sino por preparar esa comida. Y como te dije, no soy chef, no pretendo ni pretenderé serlo, solo soy como muchos, una amante de la comida.

¡Buen provecho!

Published by Laura Cortes - Business Coach

I help entrepreneurs to Source, Develop & Sell Products From China | Business Consultant & Specialist

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